La remolacha fue el cultivo principal de
la Vega y en torno a ella giró toda la actividad económica hasta 1932. Pero el
abuso de la planta para ocupar a toda la fuerza de trabajo acabó por arruinar
el rendimiento que con unos precios bajos no le quedó otra alternativa que
desaparecer frente a la competencia de otras regiones.
Pareció que el tabaco podría ocupar el
lugar que había dejado la remolacha, ya que tenia características similares.
Las primeras semillas de tabaco fueron
enviadas por Hernán Cortés desde América a principios del siglo XVI.
Todo lo relacionado con el tabaco estaba
en situación de monopolio por parte del Estado, que gravaba la importación y no
autorizaba el cultivo ya que suponía una gran y constante fuente de ingresos.
En 1880, como consecuencia de la profunda
crisis que atravesaba la provincia, el tabaco era la esperanza. Muchas gentes
compartían la voluntad de transformación agraria de la Vega para desarrollar
una economía más variada y productiva.
Esto se lograría a partir de los años 20
del siglo XX, la crisis de la remolacha acentuó las esperanzas depositadas en
el nuevo cultivo aunque las peticiones respecto al tabaco seguían desoyéndose,
y las plantaciones ilegales se extendían por toda la provincia.
Bajo una estricta regulación, en 1917 el
Estado autorizó su cultivo y a partir de 1924 empieza a cultivarse oficialmente
en Granada. Se extendió rápidamente por toda la Vega sustituyendo a otras
plantaciones y convirtiéndose en el sustituto de lo que años atrás fueron las
hilazas y luego la remolacha.
Debido a la estructura social y de
propiedad de la Vega el tabaco adquiere un componente de arraigo familiar. El
paisaje empieza a salpicarse de secaderos como reflejo de la riqueza del
momento y se produce un aumento de la densidad de población.
En los años 40 se consolida el tabaco en
Granada, que se convierte en la primera productora del país. Granada se
articula en torno al tabaco, que a pesar de los altos costes en mano de obra en
rentable.
Las mejores calidades y rendimientos de
otras zonas hacen que, a partir de los años 50, el porcentaje baje a un 20% de
la producción nacional.
En 1963 aparece un nuevo problema, el moho
azul, que provoca una enfermedad endémica de la Vega de Granada.
Estos factores, unidos a las nuevas
costumbres, van marcando el final de unas de las etapas con más esplendor, tras
esto la Vega volvió a los cereales, cerrándose la salida por la vía de
incrementar el producto.